viernes, 12 de diciembre de 2025

Si muero joven / Pessoa

 



Si muero joven,
sin poder publicar libro ninguno,
sin ver la cara que tienen mis versos en letra impresa,
pido que, si quisieran tacharse por mi causa,
que no se tachen.
Si así ocurrió, está bien así.
Aunque mis versos no se impriman nunca,
tendrán su belleza si fueran bellos.
Pero no pueden ser bellos
y quedar por imprimir,
porque las raíces pueden estar bajo la tierra
pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Tiene que ser así por fuerza.
Nada lo puede impedir.
Si muero muy joven, oíd esto:
Nunca fui un niño que jugaba.
Fui pagano como el sol y como el agua,
de una religión universal
que solamente los hombres no poseen.
Fui feliz porque no pedí nada,
ni procuré encontrar nada,
ni creí que hubiera más explicación
que el que la palabra explicación
no tenga ningún significado.
No deseé sino estar bajo el sol o la lluvia,
al sol cuando había sol
y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo
(y nunca al contrario),
sentir calor y frío y viento,
y no ir más lejos.
Una vez amé, creí que me amarían,
pero no fui amado.
No fui amado por la única gran razón:
porque no podía ser.
Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,
y sentándome otra vez a la puerta de casa.
Los campos, al fin, no son tan verdes
para los que son amados
como para los que no lo son.
Sentir es estar distraído.



viernes, 5 de diciembre de 2025

Las causas / Borges

 



Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.



viernes, 28 de noviembre de 2025

Plaza del carrusel / Jacques Prévert

 




Plaza del Carrusel
en el final de un bello día de verano
la sangre de un caballo
accidentado y desenganchado
corría
por el pavimento
Y el caballo estaba ahí
parado
inmóvil
sobre tres patas
Y la pata herida
herida y desangrada
colgaba
A su lado
de pie 
inmóvil
estaba el cochero
y también el coche inmóvil
inútil como un reloj roto
Y el caballo callaba
el caballlo no se quuejaba
el caballo no relinchaba
estaba ahí
esperaba
y era tan hermoso tan triste tan simple
y tan juicioso
que no era posible contener las lágrimas.
Oh
jardines perdidos
fuentes olvidadas
praderas llenas de sol
oh dolor
esplendor y misterio de la adversidad
sangres y resplandores
belleza herida
Fraternidad.





viernes, 14 de noviembre de 2025

Poco se sabe / Juan Gelman





Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos



viernes, 7 de noviembre de 2025

Vida retirada / César Fernandez Moreno

 




sentado en el umbral de mi casa
qué importante la vereda de enfrente
cosas que el hombre construye para disimular la indiferencia
          de la tierra
la pared plana como el fin del mundo
los ladrillos ordenados y blanqueados
las ventanas donde asomar la tarde
y arriba unos pastitos que les gustaba el cielo
y el cielo agarrando las nubes
y el gato las moscas
y la ropa inmortal secándose en el fondo
donde salta un pollo picoteando el vacío
y la abeja que entra en son de paz
y la muerte libando sin maldad en mi corazón
y el argumento decisivo
la lluvia




viernes, 31 de octubre de 2025

Lluvia / Raúl González Tuñón

 






Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los
cementerios abandonados. Otras veces cae con furia,
y uno piensa en los maremotos que se han tragado
tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras
noches y la lectura tranquila corre a su lado por los
canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban.
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro gran secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos,
la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes
que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos
entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras
de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos
solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en
nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte
única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los tambores de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.

Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada.
Recién estamos descubriendo los puentes y las casas,
las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana,
increíble, pero tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida
vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca
pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan
poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo
haya muerto, cuando tú y yo seamos dos sombras, y
todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la
callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero
distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse
por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas,
las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al
inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra
esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello
y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la
alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.



viernes, 24 de octubre de 2025

La calle larga / Lawrence Ferlinghetti

 

                       




Esta calle larga
que es la calle del mundo
pasa a través del mundo
llena con toda la gente del mundo
para no mencionar todas las voces
de toda la gente
que alguna vez existió
Amantes llorones
dormilones y vírgenes
vendedores de fideos y hombres-sándwich
lecheros y oradores
banqueros deshuesados
inquietas amas de casa
enfundadas en nylons snob
desiertos de hombres de publicidad
manadas de chicas de escuela secundaria
multitudes de colegiales
todos hablando y hablando
o mirando por las ventanas
para ver lo que pasa
en el mundo
donde todo pasa
tarde o temprano
si es que realmente pasa
Y la larga calle
que es la calle más larga del mundo
pero que no es tan larga
como parece
pasa a través
de todas las ciudades y de todas las escenas
por todas las bocacalles
todos los boulevards
todas las esquinas
a través de luces rojas y de luces verdes
ciudades a la luz del sol
continentes en la lluvia
hambrientos Hong Kongs
Tuscalusas incultivables
Oaklands del alma
Dublins de la imaginación
Y la larga calle
rueda
como un enorme tren chu-chu
trepidando alrededor del mundo
con sus gritones pasajeros
y bebés y canastas de picnics
y gatos y perros
todos ellos preguntándose
quién es
el de la cabina allí adelante
manejando el tren
si es que hay alguien
el tren que corre alrededor del mundo
como un mundo rodando
todos ellos preguntándose
que es lo que pasa
si es que pasa algo
y algunos de ellos se asoman
y miran hacia delante
y tratan de ver al conductor
en su cabina de un solo ojo
tratan de verlo
de ver su cara
de agarrar su ojo
mientras se arremolinan en una curva
pero nunca lo consiguen
a pesar que de vez en cuando
parece que lo van
a lograr
Y la calle continúa rodando
el tren continúa rugiendo
con sus ventanas alcanzando
las ventanas
de todos los edificios
en todas las ciudades del mundo
rugiendo
a través de la luz del mundo
a través de la noche del mundo
con linternas en las esquinas
luces perdidas prendiéndose
multitudes en carnaval
circos de los bosques nocturnos
casas de putas y parlamentos
fuentes olvidadas
puertas de sótanos y puertas desencontradas
figuras a la luz de la lámpara
mientras el mundo continúa rodando
Pero ahora llegamos
a la parte solitaria de la calle
la parte de la calle
que atraviesa
la región solitaria del mundo
y éste no es el lugar
para que cambies de tren
Este no es el lugar
para que hagas nada
Esta es la parte del mundo
donde no pasa nada
donde nadie hace nada
donde no hay nadie
nadie
excepto tú
ni siquiera un espejo
para hacerte doble
ni un alma
excepto la tuya
tal vez
y aún eso
no está
tal vez
o no es tuya
tal vez
porque ahora te llaman
muerto
has llegado a tu estación
Desciende.