viernes, 27 de junio de 2025

A un discípulo solitario / William Carlos Williams

 

 


Repara, mon cher,
más que en su color
rosa nácar,                                                 
en cómo se reclina
la luna sobre
la punta del campanario.
 
Fíjate,
antes que en la pulida
turquesa del cielo,
en el despuntar
del alba.
 
Advierte más bien
cómo se juntan en el
pináculo las obscuras
líneas convergentes
del campanario —
observa cómo
su escaso ornamento
pretende atajarlas —
 
¡Mira cuán vano es su afán!
¡Mira cómo escapan hacia arriba
las líneas convergentes
de la aguja hexagonal —
alejándose, separándose!
— ¡Sépalos
que custodian y envuelven
la flor!
 
Observa
cómo inmóvil
la luna mellada
descansa protegida en las líneas.
Es cierto;
con los claros colores
de la mañana
 
piedra parda y pizarra
brillan naranja y azul.
 
Pero, ¡observa
el peso agobiante
del macizo edificio!
Observa
la claridad jazmínea
de la luna.





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