
el aire tinte de mis ojos, cuando
quemaban en el fondo de los vientos
manos vivas, buscándome…
Se quedó la caricia que no encuentro
más si no entre dos sueños, mi infinito
saber hecho pedazos. Vos, palabra
que transformabas sangre en lágrimas.
Tampoco llevo un rostro
conmigo, atravesado en otro rostro
como espera en el vino y consumido
en ardientes silencios…
Vuelvo sola
entre dos sueños por ahí, veo rojo
el olivo en las jarras colmadas de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a vos que te helás
en mi ligera túnica de fuego.
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