foto: libraries.indiana.edu
¡Hachas
Después de cuyo golpe resuena la madera—
Y ecos!
Ecos viajando, alejándose
del centro como caballos
La
savia fluye
como lágrimas, como
agua esforzándose
por rehacer su espejo
en la roca
que
cae y gira,
una calavera blanca,
devorada por el verde de la hierba.
Años más tarde yo
las encuentro en el camino—
palabras
estériles e indómitas,
infatigables golpes de cascos.
Mientras
desde el fondo de un estanque, estáticas estrellas
gobiernan una vida.
Después de cuyo golpe resuena la madera—
Y ecos!
Ecos viajando, alejándose
del centro como caballos
como lágrimas, como
agua esforzándose
por rehacer su espejo
en la roca
una calavera blanca,
devorada por el verde de la hierba.
Años más tarde yo
las encuentro en el camino—
infatigables golpes de cascos.
Mientras
desde el fondo de un estanque, estáticas estrellas
gobiernan una vida.
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