Relumbra
una joya
sobre el pasto
grande y ámbar,
me quedo ahí mirándola,
me distraigo, y en la rotación
veloz del sol aparece
otra, virada al plata. Y así…
Son las gotas del rocío
en la temprana mañana,
si lo vieran
a los
fondos de este parque
con la última opulencia
del follaje,
rojez herrumbre del ciruelo
y el ceibo impávido ahí
en el centro,
una pavita de monte
picoteando caracoles
que la marea dejara,
entregada a mí como si yo
no
estuviera entregada
a los fondos de la casa,
al claro y al monte atrás
en marzo entregándose
al otoño con su fresca belleza
que se desmorona pero
no tanto, no todavía
sino lento, degustando
el vino de los días
que lo muestran tan cambiado
Segundo
a segundo
si me distraigo
Fragilidad de gracia
irrefutable, la humana
se rehace tan pronto
en petulancia, en vergüenza
quizás por haberse
mostrado tanto. Cómo se nota
aquí, donde somos pocos
y nos miramos
fijo,
día a día,
como la miramos a ella,
la naturaleza
aparentemente quieta
y sin embargo
una fábrica que no para
ni cierra, asombrosa
como nosotros mismos
Qué espectáculo
para el divino ojo
que
problablemente no mira
porque sueña.
sobre el pasto
grande y ámbar,
me quedo ahí mirándola,
me distraigo, y en la rotación
veloz del sol aparece
otra, virada al plata. Y así…
Son las gotas del rocío
en la temprana mañana,
si lo vieran
con la última opulencia
del follaje,
rojez herrumbre del ciruelo
y el ceibo impávido ahí
en el centro,
una pavita de monte
picoteando caracoles
que la marea dejara,
entregada a mí como si yo
a los fondos de la casa,
al claro y al monte atrás
en marzo entregándose
al otoño con su fresca belleza
que se desmorona pero
no tanto, no todavía
sino lento, degustando
el vino de los días
que lo muestran tan cambiado
si me distraigo
Fragilidad de gracia
irrefutable, la humana
se rehace tan pronto
en petulancia, en vergüenza
quizás por haberse
mostrado tanto. Cómo se nota
aquí, donde somos pocos
y nos miramos
como la miramos a ella,
la naturaleza
aparentemente quieta
y sin embargo
una fábrica que no para
ni cierra, asombrosa
como nosotros mismos
Qué espectáculo
para el divino ojo
porque sueña.
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