Se escucha el balanceo de un ataúd en el
infinito
y el rosario ensangrentado de la palabra
collar
collar de amor,
collar de aire.
Bocas acollaradas desperfuman las sombras
de las lagunas,
amándose en el celo del poniente.
Hierve aún con el hervor del mar nuestra
arenita viajera:
volvemos de la costa
y al pasar por la ladera líquida y plana de
Chascomús,
se sonríe una sonrisa
color de sol y de diablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario