Un
muerto canta y vive y vives en el canto.
Y el
canto cesa y no es fácil vivir
Este canto
te cambia y el silencio te cambia
¿Por
qué, fantasma, puedes permanecer así?
O aquello
que tenías, que eras, que sabías,
¿fue
quién sabe tu ser, tu rostro, tu palabra,
tu
orgulloso segundo inmortal, aquel gesto
imperceptible
casi, la memoria, esa herida
que
dura y te hace tuyo?
Pero este
ser así. Este quedar en uno
esa
apariencia que otros aman
y
coronan de gracia, de asombro, de perfume,
de
espanto alegría. (Perdón, cuerpo caliente,
corazón
trastornado, ojos que no me miran
y me
ven y me salvan de la noche. Perdón,
olvido,
por mi miedo de tus incandecencias
y tus
espaldas limpias.) Pero este ser así,
volcado
sobre aquello que se deshace y tiene
que
crecer todavía: muro, deslumbramiento,
abrazo
y amistad distante, tifón y amanecer,
ventana
de un castillo en ruinas, en la playa,
tonto
fuego que arde porque sí, tonta huella
en la
tierra de nadie.
Esa herida que
dura.
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