sábado, 4 de febrero de 2023

Seis soledades / Enrique Lihn











1

La soledad sin pausa de la que otros beben 
a la hora del cocktail
no es mi vaso es mi tumba, me la llevo a los labios,
braceo en ella hasta perderme de vista
entre su oleaje mórbido.
La soledad no es mi canario es mi monstruo
como si cohabitara con un asilo de locos.

2

Virgen, sería falso si no te lo dijera:
un corazón se come o se rechaza,
no es ni un jarrón con flores ni un poema.
Cerca estuviste, cerca de alcanzarme
pero te faltó el cuerpo.
Mi corazón no puedo dejarlo en tu cajita
junto con los aretes y las fotografías.
Ya te regalarán uno mejor.

3

En pie de guerra todo, menos yo.
Ama de casa en pie de guerra
contra la rata que la invade,
niños en pie de su futuro, con una guerra por delante,
hombres al pie del pie de guerra con sus insignias y proclamas.
Menos yo en pie de qué,
en pie de poesía, en pie de nada.

4

Vivir del otro lado de la mujer
me refiero a esta especie de suicidio
borde de la locura,
y, por una razón u otra, pasa el tiempo
como diría el poeta, sin ella.
Aquí en esta ciudad, en un panal de vidrio,
en mi celdilla hermética
robo a la angustia horas de mi razón, muriéndome
en el trabajo estéril del poeta,
en su impotencia laboriosa.
Sin mujer, con espanto,
laborioso.

5

Junto a una virgen que me da a beber
de su dulzura hasta el enervamiento,
frutos de cera, tropicales:
el amor casi a imagen
y semejanza de lo que sería,
pero muñeco, en realidad, parlante,
y un peligroso juego
de no inflamarse en frutos verdaderos.
Castigo: la impotencia, los errores sexuales,
la tristeza, el deseo de morir.

6

Las mujeres
imbuidas de todo lo que existe
bueno o malo, no importa.
Grandes esponjas acomodaticias.
Ellas que son mi gran resentimiento,
mi secreción de rencorosas glándulas,
mi pan, mi soledad de cada día.







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