A
veces tengo un sueño extraño y penetrante
de
una mujer desconocida que amo y que me ama,
que
no es, cada vez, absoluto la misma.
Una
mujer que me ama y me comprende.
Porque
ella me comprende, mi corazón abierto
para
ella sola, ay, despliega su misterio,
y
los cálidos sudores de mi pálida frente
únicamente
ella sabe calmarlos, llorando.
¿Es
morena, rubia o pelirroja? Lo ignoro.
¿Su
nombre? Yo recuerdo que es dulce y sonoro
como
el de los amantes que la vida destierra.
Su
mirada es semejante a la de las estatuas,
Y
su voz, lejana, apacible y grave, tiene
la inflexión de las voces queridas que han matado.
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