Un ebrio suena agudo en lo alto de la noche
con
la conciencia en duelo.
No
es un solo ebrio, es
todo
el alcohol del mundo que está cantando en coro
por
el sueño perdido. No es
el
pasajero de siempre ni la circunstancia
conocida.
Es el percance de vivir,
la
rabia de estar hecho, la sed de perdurar.
A
la orilla del ebrio de la noche
giran
frías nostalgias, discursos, acres negociaciones.
Y
no hay nada de amor en todo esto.
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