“…y recuerdo mi juventud, ese sentimiento que jamás volverá. La sensación de que yo podía durar para siempre, superar al mar, a la tierra, y a todos los hombres. El sentimiento engañoso que nos induce a vivir goces, peligros, el amor, el esfuerzo vano, la muerte: la triunfante seguridad de la fuerza, el calor de la vida en el puñado de polvo, el brillo del corazón que cada año que pasa se apaga, se enfría, se empequeñece, y expira ―y expira, demasiado pronto, demasiado pronto― antes que la vida misma.”
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