viernes, 12 de abril de 2019

Tengo flores, y a la noche invito a los álamos / Salvatore Quasimodo








Mi sombra está sobre otro muro
de hospital. Tengo flores, y de noche
invito a los álamos y a los plátanos del parque,
árboles de hojas caídas, no amarillas,
casi blancas. Las monjas irlandesas
no hablan nunca de muerte, parecen
movidas por el viento, no se asombran
de ser jóvenes y amables: un voto
que se libera en ásperas plegarias.
Me parece que soy un emigrante
que vela envuelto en su manta,
tranquilo, en el suelo. Acaso siempre muero.
Pero escucho con gusto las palabras de la vida
que no he entendido nunca, me detengo
en largas hipótesis. Seguro que no podré huir;
seré fiel a la vida y a la muerte
en cuerpo y espíritu
en toda dirección prevista, visible.
A ratos algo me rebasa,
con ligereza, un tiempo paciente,
la absurda diferencia que corre
entre la muerte y el espejismo
del latir del corazón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario