Quisiera
sacudir el letargo de éste nuestro tiempo y dar
por
sombras, formas de poder,
hombres,
a cambio de sueños.
“¿Es
mejor soñar que hacer?”
¡Sí y No!
¡Sí! si
soñamos grandes actos, hombres enérgicos,
corazones
ardientes, pensamientos poderosos.
¡No! si
soñamos en pálidas flores,
en la
lenta pompa de horas que caen lánguidamente
como
frutos pasados de árboles marchitos;
así,
vivimos y morimos sueños, no vida.
¡Gran
Dios, danos vida en los sueños!
¡No
distracción, sino vida!
Seamos
hombres que sueñan, no cobardes,
especulando,
esperando
que
el Tiempo muerto despierte y nos otorgue un bálsamo
para
males sin nombre.
Gran
Dios, si estamos condenados a no ser hombres sino sueños solamente,
¡entonces
seamos sueños que hagan temblar al mundo,
y sepamos
gobernarlo, aunque sólo seamos sueños!
¡Seamos
tales sombras que hagan temblar al mundo,
y
sepamos ser los amos, aunque sombras solamente!
Dios
poderoso, si los hombres sólo son espectros pálidos y enfermos
que
deben vivir en la niebla y en estas luces mitigadas
y
temblar por las horas oscuras que llaman ruidosamente
o
dejan al pasarlos su huella violenta,
gran
Dios, si éstos tus hijos se han convertido en algo tan efímero,
te
mando que agarres el caos y engendres
alguna
otra prole tiránica que junte las colinas
y
agite esta tierra nuevamente.
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