miércoles, 21 de agosto de 2013

Desborde del color que ciega / Eugenio Mandrini






Qué pájaro nos es obra del resplandor? qué
mariposa, qué luciérnaga, qué
tigre cuando se despereza y se le caen
relámpagos, qué jardinero en su jardín,
qué incendio o qué revolución o qué mujer
de pañuelo en llamas, qué mirada del deseo
al alcanzar lo deseado y fundirse, qué
oreja entre girasoles, qué encuentro del globo
de color con el hijo extraviado, qué
libro bajo el brazo de rodear  hombros cinturas,
qué curva de meteoro o qué luz de Prometeo
en la memoria, qué corazón de la sandía, qué
sangre por la libertad, qué mordedura en
la boca cuello piernas de la amante no es obra
del resplandor? qué piedra destinada
a la cabeza del monstruo, qué hoja
cimbreando en el lomo de la hormiga, qué
aplausos al que regresa indemne del infierno,
qué copa en alto, qué senos en punta, qué
luna preñada por el sueño de un perro
de baldío no es obra del resplandor? y
Saint-John Perse, Dylan Thomas y Enrique Molina
no son obras también del resplandor? y Dios
el Demonio y la Muerte, si apretujados
estuvieran en un mismo ataúd, no sería
eso la obra del resplandor del resplandor?
                              ¡Oh!

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