Soy de los que
se conforman con restos apacibles de la belleza que han traicionado por esquivar el
hallarse complicados en sus acciones alarmantes. Me cuento entre los puros. He
cedido mis mejores tierras a las combinaciones de una imaginaria seguridad.
Pero me queda
aún esta brasa irreductible, que desmiente y que vive. Que me rehaga a su calor:
sabiéndolo todo, como es el saber del poeta, y entero otra vez ante ese espejo
sin piedad que nada rechaza de mí sino las fantasías de mis mecanismos de
defensa. Sangro otra vez sobre la luna nueva de mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario