Todo
hace pensar ahora
que
la lluvia negra y platinada
se
marchó: mis conejitos
blanco
nieve del jardín
persiguen
el borde de las flores con el salto
feliz
de los que ríen.
Florecidas
ya las retamas
el
estanque que de a poco se serena
recorre
mi pecho, como aquel río que alguna vez
se
detuvo para siempre en el corazón
de
Juanele:
elefante
de agua azul
que
sigilosamente
penetraba
ocultado por los sauces
el
cauce claro de los sueños.
Mi
nombre sólo se humedece
y
jadea ante la imposibilidad
de
decir el poema: gotas grandes y rojas
bajo
este cielo gris
que
recién me abandona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario